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 | Por Doug Culp

Por qué la materia es importante en la liturgia eucarística

El 19 de junio de 2022, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) celebró la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi) con el lanzamiento de un Avivamiento Eucarístico de tres años. El avivamiento es una respuesta a un Estudio Pew de 2019 que indica que solo alrededor del 30 por ciento de los católicos creen en la Presencia Real. La USCCB espera que el avivamiento mueva a las personas a encontrarse con el Cristo vivo en la Eucaristía. Con este telón de fondo en mente, tomemos un momento para reflexionar sobre el papel de la materia en el sacramento de la Sagrada Eucaristía. ¿Por qué son necesarios el pan y el vino para la Eucaristía?

Los básicos

Los sacramentos son los medios por los cuales se nos dispensa la vida divina, una participación en la vida de Dios. Este compartir es una gracia, un don gratuito y amoroso ofrecido por el Padre a través del Hijo en el Espíritu Santo, que habita en nuestras almas. En consecuencia, vemos que para que un sacramento sea sacramento se requieren dos elementos: Debe ser instituido por Dios y conferir una gracia interior. Sin embargo, un sacramento también debe constar de un tercer elemento... un signo externo.

Este signo externo se puede dividir en dos elementos adicionales intrínsecos al sacramento: materia y forma. La materia es perceptible a los sentidos. Por ejemplo, la materia, o realidad visible, del sacramento de la Eucaristía es el pan de trigo y el vino de uva natural. La materia también se considera el elemento indeterminado del sacramento, porque el pan y el vino pueden usarse para numerosos propósitos.

La forma consiste en las palabras que pronuncia el ministro del sacramento. La forma del sacramento de la Eucaristía son las palabras de institución: “Esto es Mi Cuerpo… Esta es Mi Sangre”. Es el elemento determinante del sacramento, porque estas palabras revelan la intención de la Iglesia y determinan el sentido de un acto.

Entonces, vemos que la materia y la forma son requeridas, ya que Dios compromete nuestro cuerpo y alma (sentido e intelecto) para afectar nuestra salvación y santificar a toda la persona. Además, podemos decir que debido a que se requiere materia, los siete sacramentos afirman que el mundo material es bueno.

“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí”. (Jn 6, 54-57)

El Verbo se hizo carne …

En el Evangelio de Juan, Jesús proclamó que solo enseñó lo que escuchó del Padre y solo hizo lo que vio hacer al Padre. (Jn 8, 26; 28) De esta manera, Jesús permaneció en perfecta comunión con el Padre y, por lo tanto, reveló la mente, el corazón y amor del Padre. Él era verdaderamente la Palabra de Dios. Luego ordenó a sus apóstoles que fueran e hicieran lo mismo.

Esto es precisamente lo que hace la Iglesia Católica en cada liturgia eucarística. Usamos el pan y el vino en la Eucaristía, porque Jesús usó ambos en la Última Cena. Además, hacemos eco de las mismas palabras que Jesús pronunció sobre estos en la Última Cena. La materia y la forma del sacramento provienen directamente de Cristo, quien dijo e hizo solo lo que oyó y vio del Padre. Así es como la Iglesia Católica permanece en comunión con la Trinidad divina y por eso tanto el pan como el vino son esenciales para la Eucaristía.

 … y habitó entre nosotros

En una entrevista reciente, el Dr. Timothy O'Malley, director de educación del McGrath Institute for Church Life y director académico del Notre Dame Center for Liturgy, señaló que Dios se vuelve cada vez más presente para su pueblo a lo largo de la Biblia. Por ejemplo, en Éxodo, Dios escucha los clamores de Israel y habita con ellos “de día en una columna de nube … y de noche en una columna de fuego” cuando salen de Egipto. Más tarde, Dios habitaría con ellos en la tienda de reunión, donde Moisés vio Su rostro. El Dr. O'Malley describió el maná celestial, la Ley, el Templo y el tabernáculo como formas de la morada de Dios con su pueblo. En cada caso, la realidad invisible se experimentó a través de realidades visibles.

Este tema continúa en el Nuevo Testamento. En el Evangelio de Juan, aprendemos que la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros o, como señala el Dr. O'Malley, plantó su tienda entre nosotros. Jesús se convirtió así en esta misma presencia de la realidad invisible que es la vida divina en la realidad visible de un ser humano.

Esta misma presencia divina nos es dada en la Eucaristía. A través de la realidad visible del pan y el vino, podemos experimentar la realidad invisible del cuerpo y la sangre de Cristo, la Presencia Real, que nos es dada por amor a nuestra salvación. En última instancia, la elección del pan y el vino en la Eucaristía importa, precisamente, porque Jesús eligió la materia a través de la cual su cuerpo y sangre pueden nutrirnos en cuerpo y alma.


Fuentes:

https://www.eucharisticrevival.org/

https://www.usccb.org/eucharist

https://www.catholicnewsagency.com/news/251579/national-eucharistic-revival-heres-what-you-need-to-know

https://www.usccb.org/prayer-and-worship/sacraments-and-sacramentals

https://stclare.ca/cms/wp-content/uploads/rcia-Introduction-to-the-Sacraments.pdf

https://www.catholicjournal.us/2016/06/24/matter-form/

https://www.newadvent.org/cathen/13295a.htm

https://www.wordonfire.org/articles/fellows/why-matter-matters-the-eucharist-as-center-of-a-culture-part-i/

https://www.wordonfire.org/articles/fellows/why-matter-matters-the-eucharist-as-center-of-a-culture-part-ii/ 


Los cinco pilares del Reavivamiento Eucarístico

  • Favorecer encuentros con Jesús a través del anuncio kerigmático y experiencias de devoción eucarística.
  • Contemplar y proclamar la doctrina de la presencia real de Jesús en la Eucaristía a través de la verdad de la enseñanza de la Iglesia, la belleza del culto de la Iglesia y la bondad de una vida de servicio.
  • Potenciar la creatividad de base asociándose con movimientos, apostolados, instituciones educativas y parroquias.
  • Llegar a la unidad más mínima: pequeños grupos parroquiales y familias.
  • Abrazar y aprender de las ricas tradiciones eucarísticas interculturales.

“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí”. (Jn 6, 54-57)


Doug Culp es el delegado de administración y secretario de vida pastoral en la Diócesis Católica de Lexington.

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