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 | Por Justin McClain, O.P.

Orando el Salmo 23

Dar gracias y recibir consuelo

“El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre” (Salmo 23, 1-3).

El Salmo 23 es probablemente el salmo más conocido. Comienza con las palabras icónicas: “El Señor es mi pastor, nada me falta”. Si pensamos en esta frase por un momento, y realmente rezamos las palabras y no simplemente las recitamos, es una declaración profunda. Si verdaderamente el Señor es nuestro pastor, y nosotros somos sus ovejas, nada nos falta, porque escuchamos la voz de Dios y lo seguimos con todo nuestro corazón. Las palabras del Salmo 23 nos recuerdan que debemos alejarnos de nuestras cargas terrenales y permitir que Dios nos provea en esta vida, en anticipación de una vida eterna en su presencia. Todas las luchas, dificultades y desafíos que encontramos en esta vida pueden llevarnos a pensar que estamos solos en aguas turbulentas, pero leemos en la siguiente línea que el Señor calma esas aguas para nosotros. No siempre es fácil depositar nuestra confianza en Dios, pero cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que nuestro Buen Pastor no nos dejará andar solos por la vida.

Aunque hay varios caminos, que si los seguimos en la vida prometen “éxito” según los estándares mundanos, sólo siguiendo al Señor y confiando en sus promesas tendremos verdadera satisfacción espiritual, ya que “Por su nombre él nos guía por caminos rectos para bien de nosotros”.

El salmista ofrece a Dios una oración de alabanza y acción de gracias, porque, como él dice, “habitará en la Casa del Señor por días interminables”. Mientras meditamos en este salmo, demos gracias a Dios por las muchas maneras en que provee para nosotros. Muy a menudo nuestras oraciones son de petición o súplica; le estamos pidiendo algo a Dios. Dejemos que el Salmo 23 sea nuestra oración de agradecimiento por todas las cosas buenas que nos da: el don de la vida y los dones de amor y amistad que disfrutamos con los demás. Y cuando rezamos, estemos abiertos a escuchar su palabra.

Cuando se trata de aptitud espiritual, los salmos proporcionan un gran consuelo mientras buscamos fortalecer nuestra relación con el Señor. Los salmos nos muestran que Dios entiende la plenitud de la condición humana; Él “entiende” lo que estamos pasando. Aunque los salmos fueron escritos hace unos 3.000 años por el rey David y otros, todavía nos proporcionan abundante inspiración cuando tratamos de seguir la santa voluntad de Dios.


Al reflexionar sobre el Salmo 23, preguntémonos:

  • ¿De qué maneras dejas que Dios te guíe a través de la vida?
  • Reflexiona sobre lo que quieres—¿Está orientado hacia la voluntad de Dios?, y si no, ¿qué deberías pedirle realmente?
  • ¿De qué maneras Dios te ha provisto de lo necesario, y cómo le has mostrado tu gratitud?

Justin McClain, O.P. es un veterano educador católico y catequista, y un profeso laico dominico. Es autor de varios libros, disponibles en Ave Maria Press.

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