| Por Maria Cintorino

Formas orantes de hacer examen de conciencia

Aunque la Iglesia exige que confesemos nuestros pecados una vez al año, muchos consideran que la recepción más frecuente del Sacramento de la Reconciliación es una práctica espiritualmente enriquecedora. Tanto si acudimos una vez al mes como si lo hacemos con menos frecuencia, dedicar tiempo a reflexionar en oración sobre nuestros pensamientos, palabras y acciones para ver en qué nos hemos quedado cortos en el amor a Dios y al prójimo es esencial para una experiencia fructífera del sacramento.

Pese a que los Diez Mandamientos suelen ser un recurso al cual recurrir para examinar nuestra conciencia, pasar por una serie de otros exámenes puede ayudarnos a profundizar en nuestra conciencia de cómo necesitamos el amor y la misericordia de Dios. He aquí otros recursos que podemos utilizar para ayudarnos:

Los preceptos de la Iglesia

Piensa en los preceptos de la Iglesia como una lista de las prácticas más fundamentales de nuestra fe: ¿Asistimos a Misa los domingos y días de precepto, comulgamos durante la Pascua, nos confesamos al menos una vez al año, observamos los días tanto de ayuno como de abstinencia y atendemos las necesidades de la Iglesia?

Ocho bienaventuranzas

Estos son los criterios de la santidad. Ser santo significa ser pobre de espíritu, desprendido de nuestras posesiones y relaciones; llorar bien; ser humilde y manso; tener hambre y sed de las cosas de Dios; mostrar misericordia hacia los demás; ser puro de corazón, haciendo todo por amor a Dios; ser pacificadores; ser testigos valientes de Cristo en el mundo, hasta el punto de sufrir persecución.

Siete pecados capitales

Todos los pecados tienen su origen en uno de estos siete: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Como estas son las raíces de todos los demás pecados, se llaman “mortales”. Cuando reconocemos sus manifestaciones en nuestra vida, estamos mejor equipados para superarlas practicando intencionadamente sus virtudes correspondientes: humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia.

Tres virtudes teologales y cuatro virtudes cardinales

Fe, esperanza y caridad nos ayudan a vivir en correcta relación con Dios, mientras que prudencia, justicia, templanza y fortaleza son los cuatro “pilares” de la vida moral: rigen nuestras acciones. Cuando estudiamos y examinamos nuestra conciencia utilizando estas virtudes, aprendemos a vivir una vida buena y ordenada.

Obras de misericordia corporales y espirituales

Del mismo modo que pecamos haciendo algo que no debemos hacer, también podemos pecar por omisión; es decir, dejando de hacer el bien. Jesús lo afirma, diciendo a sus discípulos: “Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron” (Mt 25,42-43). Repasar las obras de misericordia nos ayuda a darnos cuenta de cómo debemos mostrar misericordia; también puede poner de manifiesto nuestra negligencia a la hora de atender las necesidades espirituales y materiales de nuestro prójimo.

Letanías de arrepentimiento

Rezar las Letanías del arrepentimiento nos invita a examinar los motivos de nuestras palabras y acciones pecaminosas. Al examinar nuestro corazón y nuestros deseos, detectaremos otras áreas que necesitan ser sanadas por la gracia de Dios.

La próxima vez que te acerques al Sacramento de la Reconciliación, considera la posibilidad de hacer un nuevo examen de conciencia. Mediante estos diversos métodos, el Espíritu Santo sacará a la luz las distintas formas en que necesitas la sanación de Dios y te ayudará a tener una celebración más fructífera de este hermoso sacramento.


Maria Cintorino es licenciada en teología. Sus escritos han aparecido en varias publicaciones, como Homiletic and Pastoral Review, Our Sunday Visitor y el National Catholic Register.

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