
Se buscan héroes
Nuestro mundo ama a los héroes: superhéroes, héroes renuentes, héroes trágicos y el siempre adorable antihéroe. Si nos fijamos en nuestras películas y programas de televisión, estamos obsesionados con ellos. Pero en nuestro mundo roto y a menudo confuso, ¿cómo sabemos qué héroes y modelos seguir? Todo el mundo puede ser un héroe, pero ¿cómo reconocemos a las personas en nuestras vidas que vale la pena imitar para vivir una vida sana, santa y plena?
Nuestro mundo ama a los héroes: superhéroes, héroes renuentes, héroes trágicos y el siempre adorable antihéroe. Si nos fijamos en nuestras películas y programas de televisión, estamos obsesionados con ellos. Pero en nuestro mundo roto y a menudo confuso, ¿cómo sabemos qué héroes y modelos seguir? Todo el mundo puede ser un héroe, pero ¿cómo reconocemos a las personas en nuestras vidas que vale la pena imitar para vivir una vida sana, santa y plena?
El reflejo
Los “modelos a seguir” están por todas partes en el mundo del entretenimiento, los deportes y medios de comunicación. Algunos tienen cualidades asombrosas, y otros han tomado decisiones morales muy cuestionables. Entonces, ¿a dónde miramos? El lugar para comenzar es hacernos esta pregunta: ¿Reflejan a Cristo? Todos los santos son santos por una razón: imitaron a Cristo en la búsqueda de la santidad. Podemos preguntar a nuestros actuales modelos a seguir y héroes: ¿Persiguen y reflejan a Cristo con sus vidas? Esto implica una relación real con Cristo y la búsqueda de la intimidad con el Señor. Cuanto más tiempo pasamos con alguien y cuanto más lo conocemos personalmente, más nos parecemos a él. Los modelos a seguir sanos y santos nos revelarán el amor, la gracia y la paz de Dios a través de sus elecciones cotidianas.
El cambio de rumbo
El segundo criterio para los modelos de conducta sanos y santos implica examinar sus historias. No estamos rodeados de personas perfectas, pero ¿cómo persiguen a Cristo y la santidad incluso los modelos de conducta más imperfectos de nuestras vidas, a pesar de sus propias luchas? Los modelos no tienen que ser perfectos, al igual que muchos santos fueron formalmente pecadores “expertos”. Pero, ¿cómo se levantan y continúan persiguiendo a Cristo con la ayuda de la gracia de Dios? ¿Cómo persiguen el crecimiento, la sanación y la santidad frente a lo que les depare la vida? Nuestros modelos a seguir que aún están vivos cometerán errores, pero la atención se centra en cómo recurren a la misericordia de Dios y confían en su gracia para lo que él puede hacer, en lugar de confiar sólo en sí mismos.
El fruto
Por último, ¿los modelos a seguir y los héroes de tu vida te aceptan tal como eres? En otras palabras, ¿las personas a las que admiras te animan? ¿Te animan, te inspiran y te apoyan? ¿O te desestiman, te invalidan y te critican? ¿Los modelos a seguir en tu vida te aportan paz, seguridad, esperanza y fe, o te traen vergüenza, confusión y desánimo? Los Evangelios nos dicen que podemos conocer un árbol por sus frutos, y de la misma manera podemos examinar el efecto que tienen en nosotros nuestros modelos a seguir, así como la verdad y bondad que transmiten a nuestras vidas. Los modelos a seguir sanos y santos, ya sea un amigo cercano, un entrenador, un profesor o un párroco, nos encontrarán donde estemos, validarán nuestras luchas y nos inspirarán con la verdad del Evangelio en todos los aspectos de nuestras vidas. El buen fruto de este tipo de modelo a seguir es que continuamos viviendo nuestras vidas con fe y esperanza, mientras damos pasos cada día para seguir a Cristo.
Está bastante claro que nuestro mundo ama a los héroes y a los modelos a seguir. Cuando encontramos a uno bueno, su virtud, su relación con el Señor y su búsqueda de Cristo suelen ser contagiosas. Independientemente de dónde te encuentres en tu propio camino y búsqueda de la santidad, tener modelos a seguir santos te permite imitar mejor a Cristo y convertirte en tanto sus manos como pies para los que te rodean.
Adam Cross es un terapeuta matrimonial y familiar licenciado en California, y trabajó como ministro de la juventud en su parroquia local durante 8 años. A Adam le encanta integrar la fe católica en su práctica terapéutica.