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 | Por Pete Burak

Ofrece el regalo del perdón esta temporada

Al crecer en una familia con dos hijos, me sentí a la vez encantado y desafiado por los 10 hermanos de mi esposa. Sus reuniones familiares de gran volumen están llenas de risas, diversión, amor, desacuerdos ocasionales, así como de todo tipo de personalidades, perspectivas y creencias. En todas las familias no siempre todos están de acuerdo; los sentimientos pueden herirse y existe la posibilidad de que persistan el resentimiento y la frustración. Mis suegros no son una excepción y, sin embargo, se han esforzado por seguir adelante juntos, incluso cuando ha sido complicado o ha habido desavenencias en la relación.

En particular, las vacaciones y ocasiones especiales se consideran oportunidades para dejar a un lado las diferencias, dar prioridad a los demás y abrazar el perdón. No siempre es fácil, pero la familia Donovan se quiere de verdad y hay que señalar, a la luz de la temporada actual, que les encanta la Navidad.

Hay pocas cosas más perjudiciales para nuestra vida espiritual que la falta de perdón. Cuando albergamos resentimiento y nos negamos a extender la misericordia y el perdón, no vivimos en libertad, sino en esclavitud. Perdonar es duro. Es doloroso, incluso antinatural. Instintivamente, nuestra respuesta al mal comportamiento de los demás es cortar con ellos, protegernos y mantener las distancias. Aunque ciertamente hay momentos y situaciones en los que necesitamos alejarnos intencionadamente de alguien o de algo, siempre estamos llamados a perdonar.

Recuerda que el perdón no es un sentimiento, sino una elección. Jesús nos lo enseñó en la cruz, cuando perdonó a sus verdugos, aunque siguieran burlándose de él y torturándolo. Muchas familias han permitido que un comportamiento pecaminoso y perjudicial rompa de forma permanente las relaciones. Una vez más, a veces el desapego es la respuesta más amorosa. Aun así, muy a menudo necesitamos estar dispuestos a sumergirnos en las incómodas aguas del perdón para tanto restaurar como fortalecer nuestras conexiones relacionales y nuestra propia libertad espiritual.

Durante estas Navidades, tenemos la oportunidad de ofrecer el tremendo regalo del perdón a quienes nos han hecho daño. Muchas almohadas navideñas llevan bordado el dicho “¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a los hombres amados por él!” y deberíamos tomárnoslo al pie de la letra. ¿Qué aspecto tendría esta época si realmente buscáramos la paz y la buena voluntad con quienes el Señor ha puesto en nuestras vidas? No esperes al momento oportuno ni a que te apetezca perdonar; hazlo porque es lo que exige el amor. Dios Padre honra un corazón que perdona. En estas fiestas, no hagas sólo regalos físicos, sino también espirituales. Si mis suegros pueden, ¡tú también!


Pete Burak es vicepresidente de Renewal Ministries. Tiene un máster en Teología y es orador habitual en eventos para jóvenes y adultos jóvenes.

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